Elías Cedeño Jerves vive en el corazón de los auténticos manabitas, es sin duda uno de los más altos exponentes de la literatura ecuatoriana, un verdadero símbolo de lo que ha sido la producción poética de los y las manabitas de todos los tiempos.
Su poema a Manabí es la más objetiva descripción y la mejor concebida oda a nuestra provincia, por eso ese poema muy bien musicalizado por Francisco Paredes Herrera es una especie de himno de nuestra querida Manabí. Allí se describe con el más pulcro lenguaje lírico lo que Manabí es y significa para quienes tenemos la suerte de haber nacido en esta tierra.
Hombres como Elías Cedeño Jerves son los que han dado lustre al nombre de Manabí, él ha sido y será un personaje insigne del Manabí profundo.
Dr. Medardo Mora Solorzano.
Rector Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí
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PRÓLOGO DE “LOS POETAS SE VAN”
César Augusto Alarcón Costta
El poeta Antonio Elías Cedeño Jerves, nació en Rocafuerte
(Manabí) el 6 de enero de1902; falleció en Guayaquil el 8 de junio de 1971. Fue
hijo de Ambrosio Cedeño Giler y Avelina Jerves Naranjo. Estudió la primaria en
Chone y los primeros años de secundaria en el colegio Olmedo de Portoviejo. Su
formación literaria fue básicamente autodidacta. Sus primeras poesías las
publicó en la revista Iniciación, dirigida por el Dr. Wilfrido Loor Moreira. En
1931 inició su carrera docente como profesor en Chone y en la escuela San
Vicente de Bahía de Caráquez y después la continuó en diversos establecimientos
de Esmeraldas, Manabí y Guayas.
La presente obra “Los Poetas se van”, de Antonio Elías
Cedeño Jerves, constituye un extraordinario homenaje filial de Jorge Elías Cedeño
Ocampo, quien honra el talento de su progenitor y enriquece el acervo cultural
de su provincia, la nación y el mundo entero, al compartir su obra con varios
poemas inéditos, que al salir a la luz despertarán la sensibilidad de las
nuevas generaciones.
Con sus emblemáticos versos elevó la identidad manabita,
desde su profunda raíz telúrica al horizonte universal de lo sublime. Poeta
humanista de honda conceptuación y elaborado verso. Dotado de sutil
inteligencia y penetrante contemplación, desentrañó con sabiduría la esencia de
cada instante vivido. Hombre de inspiración trascendente que supo entender la
angustia y la serenidad para dar contenido a la rima. La vida cotidiana, lo
mismo que la inusitada circunstancia, incitaron su ímpetu creativo para transmitir
con singular ingenio lo inefable y misterioso del corazón humano.
La mujer y el niño inspiraron al poeta, que al escoger cada
palabra, desplegó con generosa clarividencia lo que su alma captó en la pureza
de la mirada cristalina y el gesto transparente. En la lectura de su verso se
percibe el aroma de la tierra montubia y el encanto de la cálida brisa tropical
que juguetea con las nubes mientras refrescan el tupido ramaje de los
gigantescos árboles del maravilloso bosque natural.
De su pluma fluye espontánea la íntima comunión del poeta y
su entorno, de su paso sereno a través del paisaje feraz con su verde matizado
y su rojo atardecer. El río dormido y el mar apacible, lo mismo que el celeste
del cielo y el blanco espumoso de las incesantes olas, dan el tono místico y el
compás cadencioso a su genial composición.
Verso armónico de nostálgicos recuerdos y esperanzadoras
fantasías, que traen al pensamiento la reflexión trascendente fraguada desde la
panorámica ventana que mira el atardecer romántico y ondea sobre la vaporosa
atmósfera de perfumada sensibilidad primaveral.
Escribió sobre destacados personajes de la historia,
destacando en cada uno de ellos, su contribución a la libertad y dignidad del
ser humano. Recogió del transcurrir fugaz del tiempo, la herencia latente en la
memoria colectiva, que condensada como diamante refulgente, en cada instante se
torna sempiterno.
Extraordinario es el mensaje contenido en cada figura
literaria forjada con la tinta que recorre por sus venas como la sabia que
asciende trepadora desde el subsuelo hasta las más elevadas hojas para captar,
en todo su esplendor, la lumínica energía del egregio astro generador de vida.
Poeta de sobrio perfil y estoico vivir, con su verso inspiró
al magistral compositor Francisco Paredes Herrera, que en el pentagrama
consagró las vibrantes notas del inmortal pasillo Manabí, destinado a coronarse
como el mitológico himno de su pueblo ancestral. También es autor del pasillo
Sobre las olas; y de: Cuitas de amor (sanjuán); Sombra de poncho; Siempre fiel;
Para qué vivo.
El poder creativo del infinito amor que sintió por su gente
y su tierra, vibra tierno y enérgico, imaginativo y franco, vivaz y apacible en
cada evocación que su deslumbrante talento capta y comunica con la grácil
finura de su elegante palabra.
Elías Cedeño, bardo de proverbial sencillez, con genuina
originalidad elevó su íntima reflexión humanista hasta la grandeza lírica de
imponente proyección. Fue el arquetipo del legendario maestro que hizo del
magisterio un apostolado para cultivar en la niñez y la juventud los más
elevados principios, valores y virtudes.
Cantó a la madre, al campesino, a la mujer abnegada y al
trabajador, para destacar su magnánimo y silencioso esfuerzo, desde la nobleza
de su alma buena y su diáfano estilo seductor, que lleva de la mano al
fascinado a quien lo lee, por la enigmática senda del pensamiento
introspectivo, que sugerente se desliza por el colorido jardín de los ingenuos
sentimientos y las candorosas emociones.
Su palabra inspira, su poema cautiva, su mensaje fluye a
través de los tiempos, con la fragante lozanía de la flor en su primer día.
Hizo de la tenue luz del atardecer, el resplandor del intuitivo presentimiento
que se anticipa al esperanzador amanecer. Desentrañó el misterioso sortilegio
del arcano destino, con la sabiduría del filósofo que brindó sus lecciones en
nítido y depurado verso.
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PRÓLOGO DE “LA VOZ DE LA SANGRE Y LOS QUE SE FUERON”
Una deuda histórica con Don Elías Cedeño Jerves
Pp. José Regato Cordero,
Secretario General de la RED de Intelectuales y
Artistas en Defensa de la Humanidad,
Capítulo Ecuador.
Secretario General de la RED de Intelectuales y
Artistas en Defensa de la Humanidad,
Capítulo Ecuador.
Era una opinión generalizada de que existía una deuda
histórica con el gran bardo manabita y con la Patria, al mantenerse inédito
este poemario que lleva por título “LA VOZ DE LA SANGRE Y LOS QUE SE FUERON”,
que reúne las vivencias más sentidas del poeta en lo que tiene que ver con su
entorno, con su “Ruina Nostálgica”, como prendas inolvidables de sus tiempos de
niño; con su terruño y los lares que vieron su peregrinar incansable y fecundo
descubriendo el verdor de los campos, el cantar de los ríos y el amor de sus
gentes. Sus seres queridos más cercanos ocupan sitial preferente en la
inspiración de su obra. Su amor de hijo, hermano, padre y amigo, destacan a lo
largo y ancho de esta joya magnífica como importante legado a la posteridad del
Maestro ELÍAS CEDEÑO JERVES.
Siempre admiré la depurada inspiración y construcción
métrica del verso del autor de esta obra.
Desde niño me inquietó conocer sobre el momento cumbre de
una creación artística: del pintor, o compositor, o poeta. ¿En qué momento
“revienta”, surge, aflora, ese detalle máximo, preciso, que lo hace bello,
distinto, incomparable, capaz de traspasar las barreras del tiempo?
En el caso de la poesía de CEDEÑO JERVES el empeño es vano
porque cada giro literario, cada figura, cargada siempre de propia personalidad,
lleva de la mano a otra y otras más, que nos encumbra a soñar con él en los
motivos de su inspiración.
A pedido de la familia me permito el honor de incluir en
esta pequeña nota una décima métrica que forma parte del libro “A mi Lindo
Ecuador”, y que dice así:
Proseguimos nuestro sueño
por la fronda manabita,
que es una tierra bendita
paraíso del ensueño.
El poeta Elías Cedeño
engalanó su quimera
y con Paredes Herrera
cantaron a Manabí,
por su espléndido turquí,
por sus mágicas riberas,
donde ardió la inmensa hoguera
de su ardiente frenesí.
Abrigo la esperanza de que nuevos vientos de cultura y
patriotismo hagan que la creación artística ecuatoriana sea valorada en su
justa medida; y que creadores como ELÍAS CEDEÑO JERVES y su obra, patrimonio de
todos los ecuatorianos, sea conocida ampliamente por las actuales y futuras
generaciones para orgullo nacional.
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PRÓLOGO DE “CON EL OÍDO EN TIERRA”
Dr. Remigio Sacoto Herrera,
MDU. Profesor de la escuela de
derecho de
La Universidad Central del Ecuador y
Rector del Instituto Superior Pedagógico
"Manuela Cañizares" de Quito.
La poesía de Elías Cedeño Jerves empieza a ser difundida por
sus familiares y especialmente por el meritorio esfuerzo de su hijo Jorge Elías
Cedeño Ocampo; más que un homenaje, entrega también este libro, parte de una
colección y parte de la producción, enfocado desde la naturaleza, de los
guasmos, frutillos e higuerones, con la vital policromía de loros, turrengas,
palomas y mariposas; todo el boscaje en el que se abren paso los ríos, se
levantan las montañas y se refleja el Dios inmenso y eternamente grande que se
derrite en bendiciones para la familia y, con la humildad más grande, vuelve a
la tierra, madre nutricia de la vida. Conviene, esta vez, evocar la figura de
este poeta popular, con sus propias palabras, referida a un girón de su vida, a
veces amable y otras veces ardiente y apasionada.
"La naturaleza fue mi profesora;
mi elocuente amiga, mi eficaz doctora,
venero santo de mi inspiración.
A ella solo debo mi ánimo sereno:
Las virtudes todas las hallé en su seno...
¡Y por eso tengo tan buen corazón!
Sereno, apacible, tranquilo y autodidacta, enseña que: /el
verso es privilegio que otorgan las deidades/ no es brote de academias y
universidades/. Es el reflejo por su puesto de una producción que brota desde
la entraña misma de la tierra, porque hace preceptiva cuando apunta: / ser un
dominador del ritmo, del acento/ del número y las pausas (oído, ejecución)/
saber cómo se plasma fielmente el pensamiento/ y cómo, en cada estrofa se
vuelca el corazón/.
Pero ¿de dónde viene Elías Cedeño Jerves?-Yo vengo del
pasado- dice: / Británica, española e indígena es mi raza,/ y siento del
corsario y del conquistador/ el Ímpetu bravío que en versos se acompasa/ y en
cálidas estrofas de musical rumor/. Yo fui con Benalcázar audaz aventurero,/con
Morgan sobre el lomo del mar, filibustero/ con Atahualpa príncipe de lanza y
Tahalí.../ Por eso mi arpa ruge con épicos fragores,/ en ocasiones gime al son
de los dolores; y la pasión exalta con hondo frenesí/.
¿Cuándo se inició en la ruta del verso? -Cuando apenas tenía
12 años. Desde el año 1921 data la publicación de mis primeras poesías en la
"Revista Iniciación", editada en Portoviejo la capital de la
provincia de Manabí mi tierra natal bajo la tinosa dirección de su propietario,
el atildado escritor y literato el señor doctor don Wilfrido Loor Moreira, con
el poema "Ayer y hoy". Seis años después en 1927 canta un canto de
encanto:
“Por eso te amo, Chone,
tierra gentil y hermosa;
por eso tu memoria,
conmigo irá doquier...
Ciudad donde las flores
se tornan en estrofas,
en serafín el niño
y en ángel la mujer"
¿Y qué dice de sobre pasajes de su vida? / Veinte años hace
que a estas regiones/me vine ansioso de prosperar/ y en plena selva, junto al
camino/ con chonta y paja formé mi hogar/. En la exaltación al montubio por el
Día de la Raza.
"¡Campirano! ¡Qué apacible!
tu vida, tu destino...
hijo del litoral ecuatoriano,
de la manigua, del pantano.
De la sabana y de la jungla;
producto auténtico del Trópico.
Montubio proletario
laborioso y sencillo
porque eres sin saberlo
piedra angular del agro
forjador incansable de nacional riqueza;
¡soldado sin presillas de la Patria,
héroe desconocido, en este día
te exalto y te saludo!
De su amor filial: /Ahora seis hijos me sonreían,/ bellas
promesas del porvenir/ casa espaciosa, nuevos plantíos,/ salud perfecta ¿qué
más pedir? Km. 40, vía a Quinindé 1965, pero también habla del encuentro
inevitable:
"El día en que yo muera
quiero un entierro sin pompas
en una caja modesta
sin lujos ni ostentación,
en una rústica tumba
sencilla como mi vida..."
Pero no es así ni lo será. Porque el encuentro maravilloso y
el destino no lo permiten ni lo permitirán. Su vida junto a la tierra lo
perennizan junto al pasillo que musicalizara nada menos que Francisco Paredes
Herrera, otro inmortal, inseparables por siempre serán, cuando el alma nacional
vibra en el recuerdo del cantor de Manabí y concluye en la memoria de Ecuador,
América y el Mundo:
"Tierra bella cual ninguna
cual ninguna hospitalaria,
para el alma solitaria,
para el yermo corazón;
vivir lejos ya no puedo
de tus mágicas riveras,
¡Manabí de mis quimeras,
Manabí de mi ilusión!...
Porque Elías Cedeño Jerves no permitió que ningún entendido
cambiara ni una sola palabra, ni sus "cármenes" por
"márgenes" como se pretendiera, porque su estilo y su vida están ahí
intactos: en su pedestal de gloria, más allá de la vida y de la muerte, con la
invitación a su lectura para dar paso a su glorificación.
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A MANERA DE UN PRÓLOGO
Dr. Wilfrido Loor Moreira
No soy poeta ni crítico, por lo mismo, el menos autorizado para prologar un
libro de versos; pero en la vida no siempre manda la cabeza, a veces se impone
el sentimiento, y el sentimiento no se ajusta siempre a los cánones de la
razón.
En la tercera década de este siglo, publiqué en Portoviejo
72 números de una revista “INICIACIÓN”, y en ella Elías Cedeño Jerves publicó
por vez primera sus versos junto a otros poetas que iniciaban también sus
vuelos al Parnaso: Horacio Hidrovo
Velásquez, Vicente Amador Flor, Arcelio Ramírez, J. A. Gómez González, Coello
Noeritz, Verdi y Jorge Cevallos que puso música a diversas composiciones
poéticas que han alcanzado popularidad en el folklore provincial manabita.
En estas circunstancias no era posible negarse a la solicitud
de Cedeño Jerves de que le prologara su libro de poemas “ACUARELAS MANABITAS”,
pues él y yo vivimos del amor a nuestra provincia. Nuestros primeros pasos en
la carrera de las letras están en la misma revista, Iniciación y yo puedo hacer
míos sus versos del folklore manabita:
“Yo vengo del Pasado”:
La luz ví en la tierra do el astro rey abrasa
la sangre en un derroche de euforia tropical,
de Manabí los campos forjaron mi coraza
y diéronme sus fuentes, sus ritmos de cristal.
En estos versos y en el libro en general, puede apreciarse
el alma de Cedeño Jerves: dicción fácil,
clara, lenguaje y pensamiento de su pueblo, amor a lo suyo, a su
provincia; siente lo que dice y lo que
piensa, nada tiene de artificial ni en el fondo ni en la forma. Un manabitismo
profundo ilumina sus versos de gran fuerza expresiva como su Pasillo Manabí con
música de Francisco Paredes, que constituye un verdadero himno para los
manabitas doquier que residan.
La naturaleza nada hace a saltos. En el amor hay cierta
gradación: el hogar, la familia, la
ciudad, la provincia, la patria. El hombre sin distinción de razas.
Los abusos han dado lugar a la extraña creencia de que el
regionalismo atenta a la idea de patria, cuando es justamente lo contrario; el
regionalismo fortifica la idea de patria y esto es lo que destaca Cedeño Jerves
a quien deseamos todo éxito en la publicación de su libro.
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PROLOGUILLO AMISTOSO
Justino Cornejo,
de la Academia Ecuatoriana de la Lengua
Trato de acertar con la razón que ha tenido Elías Cedeño
Jerves para demandar de mí un prólogo para este nuevo libro suyo, libro de
versos como el que publicó no hace mucho. Yo no soy poeta y ni siquiera
versifico. Desde hace muchos años renuncié a hacerlo, y aun protesto cuando alguien, en serio o en
broma, me cita entre los que saben
pulsar la lira. ¿Que soy crítico literario? Tal vez, en cierto modo.
Otra es la razón ,
diferente. Él sabe que si no soy manabita, soy en cambio “manabitero” incorregible; que todo lo que Manabí habla a mi corazón, y
que siempre me hallo dispuesto a lo mejor por esa tierra para la cual siento
un culto sincero y profundo, desde hace muchos,... muchos años. Ésta es una
verdad que nadie ignora, pues de ella abundan los testimonios producidos a lo largo de ocho lustros.
Ésta, esta es la
causa de una designación que tanto me honra, y por ello la agradezco. Elías
Cedeño Jerves piensa y no se
equivoca que si en este libro, escrito
por un manabita, hay cosas que se refieren a Manabí, yo he de sentirme gozoso y
ufano. Y de ahí su empeño de que sea yo
quien prologue POR TODOS LOS CAMINOS,
colección de estrofas que brotaron en épocas diferentes del pecho de un bardo
que se formó lejos de todo medio áulico o académico.
Desde ayer, quiero
decir, desde cuando muy joven yo estaba en Manabí, escuché las notas de una
lira que en Chone sonaba junto a la de Wilfrido Viteri y la de Armando
Baird: lira sencilla y diáfana, con limpias sonoridades de agua
que mana de la roca o de viento
perfumado que se cuela por en medio de la espesura de la selva tropical, selva manabita, selva
costeña. Y desde entonces somos amigos, sin embargo , no siempre hemos
vivido, él y yo, en un mismo sitio del
mapa ecuatoriano.
Fue Chone y así lo
recuerda Manuel de J. Álvarez tierra de
juglares montubios, como la mía. Ahí, mientras más “adentro”, mejor se recitaba
y cantaba lo que manaba natural del
corazón, y se tocaba y bailaba también
en noches densas de calor y vida,
balsámicas noches del Trópico, con
tabaco y alcohol, con puñal y revólver,
complemento necesario del campesino de acá, viril y belicoso, además de
ingenioso y desenvuelto. Pues bien: de
ellos, de los cantores populares choneros
la producción del último de los cuales, recogida por Milton Erazo tomó este colega y amigo el estro y el gesto
con que él ha conquistado fama en su provincia y en otras partes.
No rebuscamiento
hay en su poesía. No siquiera hay lima. En las páginas que produce Elías Cedeño
Jerves, no hallará el lector artificio alguno. Verdad que en el OLMEDO de
Portoviejo, él estudió con los buenos maestros de entonces, un poco de
“retórica y poética” . Mas, si lo recuerda, ¡maldito el caso que hace de eso!
Lo que triunfa en él es su sentimiento. Nuestro poeta es un romántico un tanto
rezagado, cuyas estrofas se tiñen con el oro brillante del amor: amor a su terruño, a su hogar, a su
familia; al “valle natal”, al “Río
Chone”, a “Portoviejo”... 1-
Señalo, de manera
especial, el soneto dedicado a ese
verdadero patricio manabita que fue don José Ma. Huerta, a quien muchos han
olvidado ya, sin embargo que de su pluma
valerosa y limpia recibió Manabí, que tiene por ello, la obligación de honrarlo y
enaltecerlo. Elías Cedeño Jerves se recomienda
favorablemente al cantar a ese
varón ejemplar frente a cuyo cadáver en Rocafuerte, leí llorando una oración.
El autor de POR TODOS
LOS CAMINOS ha tenido el privilegio de
llegar al alma de su gente. Así como las flores de los campos costeños van prendidas siempre en los cabellos de las
campesinas, las estrofas de Elías Cedeño
son ya parte del patrimonio espiritual del pueblo chonero que las recita y las
canta. Unas de ellas, las que constituyen el pasillo MANABÍ, no morirán, pues
ese pasillo es el himno provincial de los MANABAS y de cuantos nos hallamos ligados por lazos
de afecto indestructibles a esa provincia incomparable. ¡Lástima que la música no sea de Homero Cevallos o de
Constantino Mendoza...!
¿Qué augurios puedo
hacer para el espontáneo cantor de las márgenes del Chone, para este Elías
Cedeño Jerves a quien los versos, como al MARTÍN FIERRO de José Hernández, “le van brotando como agua del manantial”?
Pues, ... el de que nuevamente sus paisanos se disputarán sus composiciones,
las aprenderán de memoria y las recitarán- acaso con música bajo la brillante frescura de las noches,
entre copa y copa y entre fogonazo y
fogonazo viril, en fiestas de aquellas que no deben dejar de realizarse en
Chone, en Manabí, en toda la Costa ecuatoriana.
Felicito a la
“Provincia” por contar con un Vate que
parece no tener otra consigna que cantarla, y agradezco de nuevo a Elías Cedeño
Jerves por la oportunidad que me ha
brindado para expresarle, otra vez, en público, mis simpatías literarias y para
agradecerle de veras por esta otra demostración
de su amistad que tan señaladamente me honra.
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PRÓLOGO SOMBRAS ILUSTRES
Carlos González Cruz
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PRÓLOGO SOMBRAS ILUSTRES
Carlos González Cruz
A lo largo de la vida, a través de nuestra percepción del
mundo, construimos una historia íntima del tiempo en el que nos tocó vivir.
Esta visión personal del momento histórico, político, cultural y social es la
que nos ayuda a lograr cierta comprensión de nuestro entorno y a tratar de
encontrar nuestro lugar en él.
Sin embargo, hay veces que nos encontramos con obras tan
lúcidas que no podemos sino vernos reflejados en ellas y re descubrir nuestra
historia a través de una nueva mirada. Y qué mejor evidencia de esto que la
extensa obra poética de Elías Cedeño Jerves.
Conocido como el autor de la letra del inmortal Pasillo
Manabí, no se le ha hecho justicia a su inmensa herencia literaria y artística,
no quisiera decir desconocida, sino aún no descubierta por nuevas generaciones;
que afortunadamente, gracias al esfuerzo constante de su familia, no ha caído
en el olvido.
Pocos poetas latinoamericanos cuentan con un temario tan
extenso como el suyo.
Incansable y sensible contemplador, era capaz de arrancar
poesía y rescatar la belleza de las peligrosas arenas movedizas de lo
innecesario y lo trivial.
Poeta autodidacta, amó la vida y su inagotable fuente de
iluminación, lo que producía en él un impulso permanente por plasmar ese
universo y hacerlo suyo con su palabra y su pluma.
Puro, verdadero y apasionado cantó con claridad, con fuerza
y con genuina inspiración a la naturaleza, al amor, a la muerte, a la nostalgia
de los recuerdos, al tortuoso camino del auto conocimiento, a la soledad, a la
mujer y a su belleza; a la belleza de la libertad. Pero su mano no tiembla al
momento de describir y denunciar la injusticia social, por la que también se
afecta.
Su canto peregrinó por las venas de su tierra y todavía
camina ardiente y altivo. Nos es vigente, transitar por sus versos nos conmueve
y nos atrapa. Su prosa nos guía a través de su historia íntima, de una sensible
y lúcida visión del Mundo y es inevitable, al mismo tiempo, no vernos también
transitando por la nuestra.
Quizás la magia de Elías Cedeño es que nunca dejó que su
entorno le fuera indiferente.
Su poesía es un aporte necesario que enriquece nuestras
almas y enaltece con orgullo una cultura que gana verdadera integridad e
identidad.
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